- No, no tengo hambre... Diría yo, con cara seria, sin demostrar demasiado ánimo.
- ¿Estás seguro...?
Parecería un poco tosco mi expresar, luego de momentos de estrés las motivaciones disminuyen, estaba cansado y solo quería llegar a casa. Mi padre gesticuló en decepción, no mostró gesto alguno pero su notable cambio en el tono del habla lo hizo ver, tal vez quería pasar conmigo, tal vez quería estar más tiempo con su hijo, en fin, no lo sé, no me importó mucho.
- ¿Quieres comer unos tacos? Dirigió viéndome a los ojos, en un último intento por convencerme.
